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Channel: Juan José Coronell – Planeta Boca Juniors
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El Topo Gigio nunca se irá

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En esta sección les presentaremos una serie de escritos que reflejan la pasión por Boca Juniors. En esta entrega, conmemoramos el aniversario del emblemático festejo de Riquelme.

Hace trece años era un domingo húmedo en Villa María. Argentina se paralizaba una vez más por un superclásico. Boca recibía nuevamente al equipo del “Tolo” Gallego en menos de un año, y le volvía a ganar.

Yo estaba en la casa de Iván. Un amigo hincha de San Lorenzo, pero que nunca le dio bola al fútbol. Mi viejo estaba en un bar, donde íbamos siempre por lo que después, viendo cómo se desarrollaba el partido, me arrepentía de no estar con él abrazado. Era una sensación extraña estar en la mirada de varios amigos de los hermanos de mi compañero. Todos más grandes que yo, que me transformaban en el blanco de cargadas. Sus hermanos gemelos, Adolfo de Boca y Eduardo de River se peleaban arduamente. Este último me gritaba y molestaba. Y tal fue el grito de Ibarra para el primer golazo, que se calentó y me tiró con una tapa de Coca Cola.

Yo seguía en mi mundo. Casa ajena, pero partido conocido. Boca imponía paternidad mientras se preparaba para ganar la Copa Libertadores en junio. El partido seguía cuando el “Chelo” Delgado habilitó a Clemente que terminó en posición de 4, pasando a Costanzo. Al tocarlo, Marcelo Araujo relataba: “Casi penal. No, penal. ¿Qué casi? PE-NAL”. Luego anunciaría que se preparaba el “Torero”. Ese era el apodo para con Román, desde hacía un tiempo.

Cuando fue Román y atajó Constanzo los de River me gritaron de atrás, pero en fracción de segundo el que estaba tirado en el piso gozándolos era yo. Román iba a cabecear y metía el segundo. Fiesta total, para que Guille de penal pusiera la frutilla de ese postre, del que se cumplen 13 años. Al otro día El Gráfico titulaba su revista de una manera inolvidable: “Boca 3 Miedo 0”. River y el Tolo, entraban en una crisis que se iba a llevar al técnico.

El póster que venía de regalo con la revista, emulaba a la tapa. En ella “Chicho” Serna se le colgaba a Riquelme para festejar. El poster hacia un primer plano de Román, con las manos en las orejas pidiendo que se escuchara. “Oíd Mortales” era la frase elegida para esa foto.

Ese gol se inmortalizó tanto, como su hacedor. Yo mientras festejaba ese gol, en la casa de Iván, me olvidé por completo del televisor. No fue hasta después en la repetición, que me enteré de ese festejo tan particular. Román se fue sacando uno a uno sus compañeros y se paró frente al palco presidencial. Un Macri “de los 90” hacía como que no podía creer y se tocaba la cabeza.

El 10 parado en la mitad de cancha, serio, haciendo un gesto particular durante veinte segundos. Ahí se daban cuenta que el tipo que no hablaba estaba gritando. Como escribe Caparrós en Boquita, “esa tarde todos supimos que su Topo Gigio era su forma de decir que no se iba a dejar maltratar en discusiones por dinero. En particular con el tesorero, un Osvaldo Salvestrini, ejecutivo de SOCMA que, ante un pedido de aumento de Riquelme le había dicho que él no pagaría ni una entrada para ir a verlo”. Eso era lo del Topo Gigio, la forma de hacerse escuchar, mediante la gente. Para no seguir cobrando como un juvenil, como lo hizo los primeros cinco años.

Si bien él confesó que era por su hija, que le gustaba, ya el Macrismo y Riquelme se distanciarían. Mucho más con un plantel que mandó al Tesorero al psicólogo, por un aumento que había pedido Bermúdez y la respuesta fue que se fuera al diván.

Hoy 8 de abril se cumplen 13 años de aquel día y las cosas no cambiaron mucho. Siempre por el tema de plata se trató, al hablar del 10. Hoy en día se pone en duda su continuidad. Un error grave como lo señala Bermúdez, si es que no sigue. Porque son muchos los que ponen en duda la calidad de él. Gente de poca visión, que no entiende nada de fútbol.

Si él se va que se vayan los que no pueden ni sienten la camiseta de Boca, que son varios. El último gran ídolo de la institución tiene que “demostrar” cada fecha. Como si no lo hubiese hecho en Japón, Brasil o donde fuera que la bandera de Boca se llevó bien alto.

Dicen que hablarán con el cuerpo técnico y después se verá lo económico. Román no pide aumento, la hinchada pide que se lo respete, Angelici pide muestras de que puede seguir. Pero nadie le pide al Presidente que dé muestras de su “buen” mandato. Se queja de los resultados, y con Riquelme en cancha se ganó más de lo que se perdió. Ya “viejo” es capaz de cambiar el curso de un Superclásico.

Hace trece años, exactamente la gente lo bancaba. Hoy más que antes. Porque si no está él, ¿quién vendrá? O mejor dicho, no se irán todos. Y hay muchos que se deben ir, o no ser elegidos en las próximas elecciones. Porque si no se lograron resultados también la culpa la tiene la cúpula.

Román volvió a demostrar el domingo pasado, que es el único que da vida a Boca. Tal vez soy extremista, pero me parece que soy realista. Porque nuestros dirigentes “matan” a los jugadores en cámaras ocultas, el periodismo “mata” a Román. Sólo la gente lo defiende, la gente que copa y que pide más lugar en la cancha.

Porque no hay que ser mediocres como aquel abril de 2001. Porque piensan que todo es cuestión de plata: camisetas rosas, violetas, verdes; palcos vip; venta de butacas en dólares; lugares ocupados por extranjeros antes que el socio. Porque hay que pedirle a Román que nos hable con los pies. Que se haga escuchar. Que ellos no son la identidad del Club. Que solo quieren hacer carrera política, como ya pasó una vez. Porque hablan de resultado deportivos, cuando sólo en su gestión ganaron una sola Copa Argentina, con técnico y jugadores que venían de otra gestión. Que filtran contratos como si fuese un documento así nomás, que les gusta más la cámara que la cancha, que le gusta más la jerarquía que el pueblo.

Que acá estamos todos para sacar a Boca de esto. El hincha estupidizado que le pide a Riquelme cosas que no tienen nada que ver, que se deja llevar por los medios, las redes sociales, el programa de algún gil que anda robando tiempo a algún periodista. Yo me quedo con las palabras de Walter Saavedra, con el aliento cuando voy a la cancha que sabe de Boca, no la que compra Boca. Acá estamos los que no nos dejamos convencer por manejos periodísticos, por cosas sin valor, por gente que no tiene nada que ver con la historia del Club. Acá estamos los Bermúdez, los Córdoba, los hinchas que sufrimos, los que no entendemos como un jugador no va con ganas a una pelota, o que salen limpios de la cancha de Boca. Acá estamos los Passucci, los Giunta, los Hrabina, los Maradona que nos peleamos con el poder. Porque el poder que mira a Europa, se olvidó que Argentina tiene a la Boca, y allí nacimos.

Porque amamos a Boca y a Riquelme que hizo más grande a Boca. Y siempre, desde hace 13 años se puso en guardia frente al manejo de tipos que nunca van a ser pobres –solo les importa el billete, y lo tienen en cantidad-, pero que siempre van a ser pobres tipos.


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